Empecemos...
Hace muchos años, cuando el "erase una vez", aún no se habría nombrado antes, nunca... Cuenta la leyenda, existía un dragón mitológico, concedía deseos impronunciables, los más profundos, de esos que nadie admite que tiene.
La vida, en tres fases, conocer, saber y entender...
Háblame de conocer, me pregunté a mi mismo, no pude idear la más lógica respuesta. En retrospectiva, fue un fugaz pensamiento que en directo, no pude contener, una palabra pronunciada al abismo de esa dimensión, la cual me gusta llamar, dimensión pensante, Al principio, cuando el mundo era nada, y el vacío llenaba el espacio, justo después del big bang, la gran explosión, o justo después del génesis, según sea tu intelecto, fue el único momento en que el universo fue perfecto, incorruptible, intachable, indomable, lo único que vale la pena conocer.
De saber, sé poco, poco puedo hablarles, poco redactarles, pero puedo, con pocos verbos un reducido léxico, decirle, que para saber no hace falta más, no hace falta menos, no hace falta nada. ¿Saber qué? Saber nada, el saber es transitorio, transaccional, momentáneo y escapatorio.
Bien, ahondando en entender, entendimiento es...
El tiempo sabrá decir, si conoces, si entiendes, si sabes. El dragón de mi vida, debe estar feliz de no encontrarse conmigo, se ha ahorrado muchos crímenes y muchos malos ratos. Mis deseos infundados, imnombrables, inmorales, deseos que al final,
La vida en tres fases, conocer para que vives, saber por qué vives y entender que vives para vivir y nada más.