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martes, 27 de enero de 2015

Mi amiga, vale por dos.

Dancé tango, sumido en inconsciencia, acompañado de mi amiga.
Salte vallas, como jinete de un cobaya, de la mano a mi amiga.
Escalé el everest con escarpines tejidos, cargando a mi amiga.
Hice tanto con ella que ya es parte de mi vida.

Pero mi amiga, tenía su amiga...

El ocaso vislumbró un destello de luz, en el cristal oculto bajo los parpados ajenos, la tenue luz dejo entre ver un par de ellos, a la mitad de los cuencos, cual raudales de río, descendía, con suavidad, un camino, era sutil como la seda, pero terminaba simulando un acantilado; en caída libre se veían, estáticas las perlas, escondidas detrás de montañas definidas, con tanta sutileza que hasta las nubes sentían envidia... Recubierta de piel perlada, debajo de un velo de finos hilos de seda, se dejó entrever con su sutil mirada, su sonrisa encantadora y su nariz respingada. Todo esto en el ocaso, con el crepúsculo, en la comodidad del silencio y arropados por la penumbra... Se podía describir la sensación de ver aquél espectáculo bajo la sutil y difusa luz de la luna, salpicado por escarchados destellos de las estrellas. Duró la noche, duró la escena... 

El alba repentina, llenó de luz el bosque, cada esquina, cada rincón, las fogatas sucumbieron por el rocío mañanero, habían cumplido su función, brindar calor y ahuyentar animales salvajes de las adyacencias del lugar, sin saber, ni sospechar, que el peligro acechaba de una forma menos vulgar, más sutil, mas cordial.

La aurora matutina, dejo ver otros rasgos, otras facciones, bajo la misma piel, que la penumbra y la urgencia, contenida en la premura inducida por la fortuna, no reflejaba. El cristal era madera, el alcantilado, peligroso, las perlas eran papel, la seda eran algas arrastrada por la marea, la belleza solo era producto de la premura, y mi amiga, que su amiga no era más que ella misma alumbrada por buena luz, mi amiga ya no es mi amiga.

Aún conservo su rostro en la noche oscura, sabiendo que la luz del amanecer cambiará la percepción, pero mi amiga, que creí era una, son dos siendo una y una siendo dos, si aún desconocen su nombre, se preguntan quién es, por las noches ilusión y realidad al amanecer.