Buscar'

jueves, 1 de octubre de 2020

Cada Invierno

Cada invierno lleva tu nombre desde esa noche de lunes, corrían las veinte horas mientras esperaba verte, no sabía lo que cambiaría desde entonces. Ahí estabas riendo como siempre de alguna de mis tonterías, con tus pantalones ajustados y tu particular forma de hablar.

En ese instante no sospechaba que sucedería, no lo sabía, inicié mi viaje hacia ti. Un boleto sin retorno, un destino del que no he vuelto.

Aún después de todo el tiempo que ha pasado, me sigo preguntando si me volvería a enamorar de la misma manera y la única respuesta válida es que aunque esa fue la primera, cada día al despertar, al saludar, al verte, me vuelvo a enamorar y lo haría sin problemas por el resto de mi vida.

viernes, 6 de marzo de 2020

Otra vez

Cada mañana empieza igual, salgo de la cama temprano, a la ducha, me visto en automático mientras por la ventana entra la luz del sol, que se siente más tenue aunque el calor del verano llega a los treinta grados, preparo el desayuno, ya en la mesa cavilando mientras como, despacio pero sin pausa. La alarma, empiezo a odiar ese sonido, tomo nota mental de cambiarlo. 

Salgo de casa a esperar el ascensor, sigo halando el hilo de mis pensamientos, porque la espera desespera, me cuestiono mil cosas a la vez, me reprocho, hago hipótesis, vuelvo a iniciar, no me lo creo, vuelvo a empezar, analizo las situaciones pasadas, busco indicios, vuelvo a comenzar, el estruendo de las puertas abriéndose me hacen volver a la realidad, veo la hora no ha pasado un minuto desde que presione el botón.

Son 4 pisos en bajada, alcanzan para repetir lo mismo, cuestionar, analizar, reprochar, la mente jugando su ficha, moviendo su peón, se detiene. 

Camino al tráfico, al trabajo, mirada al infinito, la música encendida para evitar pensar, sin notarlo ya el día lleva dos horas, sin darme cuenta, dos horas hilando, moviendo, pensando. 

Camino despacio en la calle, el resplandor me incomoda en los ojos, evadiendo las miradas ajenas trato de cantar la canción que suena, la mente me traiciona, de alguna forma consigue conexión entre esa frase sin sentido del cantante de turno y lo que sea que ella quiere, el sonido de la música se atenúa en mi cabeza, casi catatónico regreso al ruedo, camino 1 km sin sentirlo.

El mismo pensamiento, perdí la cuenta de las veces que ha pasado por mi mente, nuevamente, misma mente, empezamos otra vez.

¿Para qué describir las otras 22? Se repiten y cuando terminan, vuelvo al inicio. De regreso a casa, de nuevo a la cama, saludar a par de amigos por el cel, mientras esperas, pensando, el momento de dormir, para nuevamente salir de la cama temprano a la ducha. 

domingo, 13 de enero de 2019

Y fui libre por primera vez

Sí, hace un buen rato que no escribo. Quizá perdí el hábito o dejé la costumbre atrás. O estoy tratando de hacerle justicia a esa frase tan conocida de Jorge Luis Borges, No hables a menos que puedas mejorar el silencio. Pero, ¿Cuán ocupado he estado para notar el torrente de acontecimientos que podría hacer versos o por lo menos prosas y mi silencio mejoraría notablemente?

No, no tengo secreto de la felicidad, o un plan estratégico para alcanzar la paz mundial, no, para nada, no soy tan ambicioso, ni tan perpicaz, o tal vez, más bien solo soy un poco egoísta. Pero todos lo somos, ¿No?

He pasado la vida, creyendo que el amor es diferente, que se viste de condiciones, restricciones, validaciones, y otras cuestiones. No puedo creer lo equivocado que estaba. Pasé mi vida con prejuicios como que el tiempo es relevante, el medio o la forma en que se conocen es determinante, y otros factores que, ahora sé, realmente no definen el amor. 

De pronto, un día de Junio cualquiera, por ser modesto, llegas a poner en jaque cada una de mis creencias, a hacer explotar esa burbuja en la que, encerrado, creía estaba bien. A enseñarme que el amor es mucho más, más que solo ser, parecer o pertenecer. A dejarme noqueado en el medio del campo, a enseñarme que un día pueden ser años al lado de la persona correcta, que no se necesitan décadas para conocer, ni meses ni años para ser. Que un hola de cinco segundos puede ser tan emocionante como una cuartilla de palabras o un cortometraje hollywoodense. A decirme muchas veces que estás conmigo y para mi, pero sin pertenecerme. Y no, no hablo del amor en libertad que ahora se ha hecho común, hablo de ser y pertenecer en el amor, pero siendo libres como personas. Llegaste a  enseñarme que el verdadero amor es el que se disfruta en plenitud, en libertad. En poco tiempo me hiciste crecer, entender y creer. La confianza ya tiene otro significado y los celos solo son adornos de este inmenso árbol de navidad que adornamos a diario, que no dejamos de colocarle cosas y ponerle luces por alargar el momento de poner la estrella, porque no queremos dejar de agregar detalles a esto que estamos construyendo.

Y así, de a poco, de a gotita, pero de prisa... Como una catarata que brota de la montaña mas pausible, al principio tímida, pero de pronto torrencial. Así, te conocí, con mis dudas, tus problemas, mis incertidumbres y tus dilemas. Con mis causas y mis peros, tus motivos, tus heridas. Nuestros miedos.

Pero ahí estábamos, pensando en una eternidad aunque nuestro paso fuera efímero. A contra corriente, a destiempo y sobre todo inesperado. A pesar de todo, aprendí, me enseñaste, y entendí que no hay nada que valga más, que eso que te hace feliz. Aunque a veces asuste y se tengan mil dudas, no hay más que hacer que dejarse caer con los ojos vendados a un vacío que no conocemos ni entendemos, porque cuando el amor es verdadero es libre, es real y sobretodo, leal. Porque algo sí sé, ahora lo sé, la única manera de saber que encontraste el amor, es por esa sensación extraña que todos llaman mariposas, pero ya estamos grande para eso ¿No?, las cosas por su nombre, esa sensación de ser, de poder ser y de querer ser, porque nada mejor que verte a través de sus ojos y poder decir soy exactamente quien debo, porque eres justo quien quiere. Al final del cuento no te enamoras de alguien más, te enamoras de ti cuando eres en libertad. Porque soy tuyo pero mío, eres mío pero tuyo, cuánto me costó entenderlo.

Y aquí estamos cosechando lo que queremos sin sabotearnos, ni agobiarnos, porque desde ese momento, y tomando tus palabras que no pudieron ser más precisas, te conocí y fui libre por primera vez.