Sí, hace un buen rato que no escribo. Quizá perdí el hábito o dejé la costumbre atrás. O estoy tratando de hacerle justicia a esa frase tan conocida de Jorge Luis Borges, No hables a menos que puedas mejorar el silencio. Pero, ¿Cuán ocupado he estado para notar el torrente de acontecimientos que podría hacer versos o por lo menos prosas y mi silencio mejoraría notablemente?
No, no tengo secreto de la felicidad, o un plan estratégico para alcanzar la paz mundial, no, para nada, no soy tan ambicioso, ni tan perpicaz, o tal vez, más bien solo soy un poco egoísta. Pero todos lo somos, ¿No?
He pasado la vida, creyendo que el amor es diferente, que se viste de condiciones, restricciones, validaciones, y otras cuestiones. No puedo creer lo equivocado que estaba. Pasé mi vida con prejuicios como que el tiempo es relevante, el medio o la forma en que se conocen es determinante, y otros factores que, ahora sé, realmente no definen el amor.
De pronto, un día de Junio cualquiera, por ser modesto, llegas a poner en jaque cada una de mis creencias, a hacer explotar esa burbuja en la que, encerrado, creía estaba bien. A enseñarme que el amor es mucho más, más que solo ser, parecer o pertenecer. A dejarme noqueado en el medio del campo, a enseñarme que un día pueden ser años al lado de la persona correcta, que no se necesitan décadas para conocer, ni meses ni años para ser. Que un hola de cinco segundos puede ser tan emocionante como una cuartilla de palabras o un cortometraje hollywoodense. A decirme muchas veces que estás conmigo y para mi, pero sin pertenecerme. Y no, no hablo del amor en libertad que ahora se ha hecho común, hablo de ser y pertenecer en el amor, pero siendo libres como personas. Llegaste a enseñarme que el verdadero amor es el que se disfruta en plenitud, en libertad. En poco tiempo me hiciste crecer, entender y creer. La confianza ya tiene otro significado y los celos solo son adornos de este inmenso árbol de navidad que adornamos a diario, que no dejamos de colocarle cosas y ponerle luces por alargar el momento de poner la estrella, porque no queremos dejar de agregar detalles a esto que estamos construyendo.
Y así, de a poco, de a gotita, pero de prisa... Como una catarata que brota de la montaña mas pausible, al principio tímida, pero de pronto torrencial. Así, te conocí, con mis dudas, tus problemas, mis incertidumbres y tus dilemas. Con mis causas y mis peros, tus motivos, tus heridas. Nuestros miedos.
Pero ahí estábamos, pensando en una eternidad aunque nuestro paso fuera efímero. A contra corriente, a destiempo y sobre todo inesperado. A pesar de todo, aprendí, me enseñaste, y entendí que no hay nada que valga más, que eso que te hace feliz. Aunque a veces asuste y se tengan mil dudas, no hay más que hacer que dejarse caer con los ojos vendados a un vacío que no conocemos ni entendemos, porque cuando el amor es verdadero es libre, es real y sobretodo, leal. Porque algo sí sé, ahora lo sé, la única manera de saber que encontraste el amor, es por esa sensación extraña que todos llaman mariposas, pero ya estamos grande para eso ¿No?, las cosas por su nombre, esa sensación de ser, de poder ser y de querer ser, porque nada mejor que verte a través de sus ojos y poder decir soy exactamente quien debo, porque eres justo quien quiere. Al final del cuento no te enamoras de alguien más, te enamoras de ti cuando eres en libertad. Porque soy tuyo pero mío, eres mío pero tuyo, cuánto me costó entenderlo.
Y aquí estamos cosechando lo que queremos sin sabotearnos, ni agobiarnos, porque desde ese momento, y tomando tus palabras que no pudieron ser más precisas, te conocí y fui libre por primera vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario