Buscar'

viernes, 18 de septiembre de 2015

Conversación Casual

Caminando por las calles de una ciudad recóndita, mantenía una conversación, sostenida a lo largo de una vida, en tela de juicio tendido, estaba la opinión de un interlocutor anónimo, cuyas opiniones solo eran captadas por mi sutil sistema auditivo. Debatía, temas filosóficos, divagaba sobre la vida, cosas banales, temas intensos, y pensamientos que daban paso a más pensamientos. 

Al girar en un esquina, de forma desprevenida, no sabía a donde me dirigía, caminaba sin rumbo, sumergido en un vaivén de palabras, mi interlocutor y yo, discrepamos 100 de cada 10 opiniones compartidas, quien sabe donde fui a parar.

Mientras argumentaba, mi sangre bullía, mi pensamiento se condensaba en un estado de catalepsia inducida, estaba rígido, no solo yo, sino también mi interlocutor, que se enardecía, caminando a mi lado, a un mismo ritmo que el mío. 

En un sutil suspiro, dí por terminada la conversación, exhausto, cansado de tanta terquedad, preferí no hablar más, acepté que, no llevaría a ningún lado coherente esta conversación. En ese momento entendí, que hablar conmigo mismo, era fructífero, en el mismo nivel, que sin sentido; era nutritiva y enriquecedora, pero de igual forma, era sin motivo alguno, carente de sentido.

Fue entonces cuando entendí, que no había mejor interlocutor, que una versión de mi, menos coherente y más imprudente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario